Prince Nahimana es el responsable de esta galería de arte ubicada en la capital de Ruanda.
Sordo de nacimiento, nunca renunció a su pasión. Joven, ambicioso y creativo, Prince ha convertido esta galería en un templo del conocimiento donde creadores discapacitados como él vienen a aprender y compartir sus habilidades. Detrás de esta idea se esconde un gran sueño: «Utilizamos cuentas de colores para hacer retratos, macetas, lámparas. Nuestra singularidad nos ayuda a atraer clientes. Participamos en diversas exposiciones, utilizamos las redes sociales y, gracias a ellas, muchos ruandeses visitan nuestras galerías. Planeo abrir otras galerías en diferentes distritos; es mi sueño. Quiero ayudar a los niños con discapacidad auditiva», explica.
Actualmente, la galería cuenta con 21 personas graduadas de una escuela de artes. Prince Nahimana estudió en Uganda antes de regresar a su país para, según él, brindar oportunidades a los discapacitados que a menudo se ven obligados a mendigar. Además de la resistencia de algunos padres a inscribir a sus hijos, el joven emprendimiento de Prince enfrenta otros desafíos: «Tenemos dificultades para comunicarnos y hay otras personas discapacitadas que trabajan en silla de ruedas. Una persona discapacitada trabaja menos horas que una persona no discapacitada. El problema es que cuando se trata de pagar impuestos, pagamos las mismas sumas, así que es realmente difícil e injusto para nosotros porque no tenemos las mismas capacidades».
Según las estadísticas de la Asociación Nacional de Sordos, más de 70,000 personas en Ruanda viven con discapacidades auditivas y del habla. La mayoría de ellos ganan su vida a través de la cerámica, la costura y el arte.
Fuente del artículo: africanews