Marruecos está decidido a afrontar los retos del cambio climático. En su estrategia Low Carbon para 2050, el Reino comienza a reflexionar sobre las diversas vías a favorecer para lograr un ecosistema agrícola inclusivo, resiliente y sostenible: Desarrollo de la agricultura ecológica, evaluación del impacto de la Generación Verde en el clima , protección de los recursos hídricos, revisión de la vocación agrícola del suelo… Resumen de las distintas alternativas previstas.

Marruecos ya está iniciando el proceso de reflexión sobre las nuevas orientaciones de su sistema agrícola para 2050. En su estrategia Low Carbon a largo plazo, el Reino establece las diversas vías posibles para lograr un ecosistema agrícola resiliente, duradero y adecuado tanto para los habitantes locales y mercados de exportación. Haciendo hincapié en la calidad y eficiencia de los cultivos y el desarrollo de sectores de alto valor añadido, el Plan Marruecos Verde ha contribuido a «mejorar la competitividad» de la agricultura marroquí, en particular frente a los mercados exteriores desarrollando, entre otras cosas, nuevos productos de calidad requisitos con valor normativo. Según la hoja de ruta presentada a Naciones Unidas a finales de 2021, estos programas han “valido la pena” y deben continuar en el futuro. Sin embargo, a largo plazo, y para una parte más precaria de la población agrícola, se deben explorar otras vías para alcanzar los mismos niveles de competitividad. Por lo tanto, la estrategia recomienda un análisis del cambio climático futuro para caracterizar los futuros modos de producción o desarrollo que se implementarán según los territorios y, más ampliamente, las futuras vocaciones de la tierra cultivable.

Así, la mejora de los diversos servicios ecosistémicos que brindan las áreas agrícolas, en particular en las áreas más precarias, promovería la resiliencia de las poblaciones frágiles que practican una agricultura de subsistencia (ejemplo: ganadería en las montañas). En otras palabras, las tierras agrícolas son multifuncionales, y es interesante, según la estrategia, premiar sus múltiples funciones. Cabe señalar que algunos participantes sostienen que la revisión de la vocación de las tierras agrícolas debe afectar a todas las explotaciones y no sólo a las más precarias. Explicación: los impactos futuros del cambio climático y la explotación productiva pueden afectar a todos los territorios.

Botes de basura domésticos, una mina de oro para la agricultura

Los temas de residuos y recuperación de residuos son inevitables al imaginar el futuro de la agricultura baja en carbono, según la hoja de ruta Low Carbon. Marruecos, donde los basureros privados contienen entre un 60 y un 80 % de residuos orgánicos, cuenta con recursos considerados «interesantes» para aprovechar al máximo su producción agrícola y reducir la presión sobre ella. Primero, la estrategia recomienda limitar el desperdicio, en particular a través de la educación o la comercialización de productos no calibrados. Esto debería permitir una «mejor» optimización de la producción. Entonces, los residuos orgánicos de particulares y profesionales, así como los efluentes y subproductos agrícolas (margen, orujo, estiércol, etc.) podrían valorizarse mediante procesos como el compostaje o la metanización. Estos últimos, aunque a veces difíciles de rentabilizar financieramente, tienen muchas externalidades positivas, en particular sobre la calidad del suelo (fertilidad) o el impacto de carbono de los sectores. Por lo tanto, se debe considerar la opción de una asociación público-privada con el grupo OCP para organizar estos puntos de venta.

Agricultura intensiva o ecológica, ¿qué modelo favorecer?

La hoja de ruta plantea varios interrogantes sobre el modelo productivo agrícola a favorecer en el largo plazo. ¿Deben orientarse los métodos de producción hacia prácticas más intensivas o agroecológicas? ¿Pueden estos dos enfoques coexistir en el modelo actual? Los órganos de gobierno han realizado trabajos considerados “importantes” a favor de la sostenibilidad de la agricultura marroquí, en particular a través del Plan Marruecos Verde y Generación Verde. Muchas obras están, además, en marcha, con el fin de construir una agricultura resiliente, eficiente en términos de agua, energía e insumos, compatible con los estándares internacionales de calidad y al servicio de la población agrícola. Sin embargo, matizando la estrategia, estas elecciones estratégicas ilustran un deseo de desarrollar un modelo agrícola percibido como demasiado convencional por ciertos actores, quienes tienen visiones favorables a un desarrollo agroecológico más marcado. La hoja de ruta Low Carbon sugiere que las ambiciones actuales con respecto al desarrollo de los sectores orgánicos podrían revisarse al alza, para dejar de representar una porción marginal de la tierra agrícola. También propone fortalecer las denominaciones con nociones de terroir, con el fin de mejorar la competitividad de las zonas donde la agricultura intensiva no es adecuada. Por el contrario, algunos sugieren invertir en investigación para reducir el número de cultivos menos productivos a favor de mayores rendimientos.

Por lo tanto, el debate no está cerrado, cree la estrategia. En el modelo actual, la población agrícola parece destinada a disminuir. Para adaptarse a esta evolución, algunos planean pensar la producción de tal manera que aúne la agricultura intensiva y la de conservación. La segunda es prerrogativa de los pequeños agricultores cuyo acceso a los diversos factores de producción es limitado, pero que tienen un fuerte interés local en la vida de los territorios. Así, la hoja de ruta considera que una territorialización de los modos de producción y de los apoyos asociados, apoyados en un sólido sistema de información, permitiría perpetuar el díptico secano-regadío. Sin embargo, la perspectiva de esta convivencia no es totalmente compartida por todos. De hecho, algunas partes interesadas, a quienes la estrategia no nombra, argumentan que un enfoque sistémico implica reunir todas las cadenas de valor y que la producción agroecológica no sería necesariamente relevante en un sistema que de otro modo sería intensivo. Por lo tanto, sería necesario un cambio de modelo para imaginar la implementación de diferentes métodos de producción. Esto no podría hacerse sin los agricultores, porque serían los primeros en asumir las limitaciones, como el trabajo considerado más intensivo, subraya la estrategia.

Generación Verde: el impacto en el clima a evaluar

Esta es una de las recomendaciones de la hoja de ruta Low Carbon 2050. La evaluación del impacto de la Generación Verde (2020-2030) en el clima es fundamental. La estrategia agrícola puede así traducirse en emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), al incluir también un componente de “exportaciones e importaciones” expresado en el contenido de carbono de los productos agrícolas y alimentarios. Esta evaluación debe incluir un informe sobre el uso de las superficies, hipótesis sobre la evolución de los métodos de producción y sobre la impactos sociales y ambientales. Otra recomendación es la continuación de los trabajos de investigación con miras a la previsión, con la construcción de indicadores agroclimáticos para el horizonte 2050. impactos relacionados con la falta de recursos hídricos. De igual forma, la estrategia Low Carbon recomienda la definición de orientaciones post-2030, para distinguir entre sistemas más intensivos, potencialmente más productivos, pero generadores de efectos adversos (degradación cualitativa y cuantitativa de los recursos hídricos, dependencia de insumos), y más resilientes y ahorradores de recursos. sistemas agroecológicos eficientes (agricultura de conservación, agricultura orgánica).

Proteínas animales en el plato marroquí, ¿qué camino tomar?

El consumo de proteínas de origen animal, que ha aumentado ligeramente en los últimos años gracias al Plan Marruecos Verde, sigue siendo un tema de debate, subraya la estrategia. Mientras que algunos parecen satisfechos con el aumento de la proporción de carne, pescado y productos lácteos en la dieta de los marroquíes, otros sugieren inclinar la curva del consumo de proteínas cárnicas en favor de las legumbres, tanto por motivos de salud como medioambientales. Por lo tanto, la hoja de ruta indica que la cría se puede dividir aproximadamente entre rumiantes y animales monogástricos. Si bien las emisiones de GEI de los rumiantes vinculadas en particular a la fermentación entérica son problemáticas, la cría de animales monogástricos, como las aves de corral, también conlleva su parte de limitaciones, incluida la dependencia de las importaciones de cereales para alimentarlos. La cuantificación de estos impactos en la perspectiva de Marruecos en 2050 será, por tanto, un paso clave para determinar las orientaciones relacionadas con la ganadería y el consumo de proteínas animales en el país.

Fuente: LeMatin