Innovación, inversión, conectividad: según el director general de Africa50, estos son los pilares de un futuro donde el desarrollo y la sostenibilidad van de la mano.

Estamos presenciando un renovado interés internacional por el sector energético en África. Este impulso, que se ha hecho esperar demasiado, se manifestó plenamente en la reciente cumbre Mission 300, organizada en Tanzania por el Banco Africano de Desarrollo (BAD) y el Banco Mundial (BM). Sin embargo, la ‘transición energética justa’ en África sigue siendo igualmente esquiva. Ya es bien sabido que, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), África representa menos del 3 % de las emisiones mundiales de CO₂ relacionadas con la energía, a pesar de sufrir de manera desproporcionada el impacto del cambio climático.

Dada la urgencia de proporcionar energía asequible a 600 millones de personas que aún viven en la oscuridad, el continente debe actuar rápidamente para ganar la carrera por el desarrollo y alcanzar ambiciosos objetivos de crecimiento económico. Estas prioridades requieren inversiones audaces, soluciones innovadoras y alianzas estratégicas. También será fundamental aprovechar cuidadosamente todas las fuentes de energía disponibles, combinando energías renovables con combustibles fósiles utilizados de manera responsable, para alcanzar estos objetivos sin más demora.

Históricamente, el consumo de energía en muchos países africanos ha sido mínimo, en gran parte debido a un bajo nivel de industrialización. A principios de siglo, solo el 25 % de la población del África subsahariana tenía acceso a la electricidad. En 2021, aunque el acceso a la electricidad se ha duplicado, aún el 40 % de la población sigue sin acceso, una estadística preocupante si se compara con el enorme potencial energético del continente en energías renovables y reservas de hidrocarburos sin explotar. Durante el mismo período, otras regiones han dependido en gran medida de los combustibles fósiles para impulsar su crecimiento, mientras que África ha consumido solo una pequeña fracción, lo que refleja una enorme disparidad y resalta la necesidad de una transición ‘justa’.

No solo producir, sino también transmitir

La AIE estima que lograr el acceso universal a la electricidad en África subsahariana para 2030 requerirá aproximadamente 22.000 millones de dólares en inversiones anuales. Esta cifra no incluye las infraestructuras de transmisión, que necesitarán más de 45.000 millones de dólares en los próximos ocho años.

Si bien los proyectos de producción a gran escala siguen siendo esenciales, las soluciones de energías renovables descentralizadas (ERD) ofrecen un camino inmediato, escalable y rentable hacia la electrificación, especialmente en las zonas rurales y con acceso limitado. Estos sistemas, que incluyen mini-redes y paneles solares domésticos, requieren aproximadamente un 30 % menos de inversión que las extensiones tradicionales de la red y pueden reducir las emisiones de carbono hasta en un 50 % en comparación con las soluciones basadas en diésel.

El programa de electrificación rural de Nigeria, por ejemplo, ilustra el impacto transformador de los sistemas ERD para cerrar rápidamente la brecha en el acceso a la energía. Al mismo tiempo, las centrales eléctricas de gas natural, especialmente en regiones con reservas abundantes, pueden proporcionar una capacidad de base estable para complementar y acelerar el despliegue de las energías renovables.

Es fundamental contar con una infraestructura de transmisión mucho más amplia para lograr el objetivo de conectar a millones de africanos a la electricidad, asegurando que la energía no solo se genere, sino que también llegue a todos de manera asequible y confiable. Aunque las energías renovables pueden desplegarse relativamente rápido, la infraestructura de transmisión necesaria suele tardar más en desarrollarse

La importante falta de inversión en el transporte de electricidad en el continente solo agrava el problema. África cuenta con aproximadamente 112.000 kilómetros de líneas de transmisión de alta tensión; en comparación, solo Francia mantiene alrededor de 105.000 kilómetros. Muchas regiones siguen sin estar conectadas o tienen un acceso limitado, no solo debido a restricciones en la transmisión, sino también a obstáculos regulatorios, déficits de financiación y la fragmentación de los mercados energéticos.

Para aprovechar plenamente el potencial de África, es crucial que los modelos de inversión innovadores, las reformas políticas y la colaboración transfronteriza ocupen un lugar central. Las asociaciones público-privadas (APP) son un mecanismo clave para abordar estos desafíos; los proyectos de transmisión bajo APP demuestran cómo los modelos de financiamiento compartido pueden ayudar a los gobiernos a superar las limitaciones de recursos.**

Pasar a lo verde, pero no solo eso

Para lograr una transición energética justa e inclusiva, los gobiernos deben priorizar las infraestructuras energéticas y establecer marcos de gobernanza transparentes. Al mismo tiempo, las partes interesadas internacionales, incluidas las instituciones de financiamiento para el desarrollo y las organizaciones filantrópicas, deberían colaborar con actores regionales y nacionales del sector para movilizar más financiamiento concesional y mecanismos de mitigación de riesgos que atraigan capital privado

El sector privado juega un papel igualmente esencial, no solo proporcionando financiamiento, sino también estimulando la innovación. Los enfoques colaborativos entre gobiernos, empresas privadas y organizaciones multilaterales pueden impulsar avances en tecnologías energéticas como el almacenamiento de baterías, el hidrógeno verde y las soluciones de energía eólica y undimotriz de la próxima generación. Estas tecnologías serán necesarias para lograr la transición de los combustibles fósiles. Aumentar el apoyo al capital riesgo para el desarrollo de proyectos será crucial para movilizar inversiones del sector privado a gran escala.

La transición energética de África no se trata solo de pasar al verde; se trata de alimentar un futuro donde el desarrollo y la sostenibilidad van de la mano. El fortalecimiento de las redes de transmisión y la expansión de los sistemas de energía renovable distribuida son las claves del éxito. Con las tecnologías verdes volviéndose más accesibles y asequibles, y el uso responsable de los recursos petroleros y gasísticos de África, ya no es necesario elegir entre desarrollo y sostenibilidad. El continente puede y debe avanzar en ambas

Fuente del artículo: jeuneafrique