La presencia rusa en el sector minero africano se basa no sólo en empresas movidas por la rentabilidad económica, sino también en compañías vinculadas al grupo paramilitar Wagner, que sirven para promover la influencia geopolítica de Moscú y reducir los efectos de las sanciones occidentales.

Más allá de sus objetivos puramente económicos, la creciente implicación de Rusia en el sector minero en África constituye un importante instrumento de influencia geopolítica y un medio para Moscú de eludir las sanciones económicas y financieras occidentales, según afirma el Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI) en un informe publicado el 7 de abril.

Titulado «Estrategia minera rusa: ambiciones geopolíticas y desafíos industriales», el informe subraya que la presencia de las empresas mineras rusas en el continente se basa, por una parte, en la experiencia y el control de la cadena de valor en determinados sectores, y por otra, en la seguridad y la asistencia militar. Estas dos dimensiones obedecen a lógicas diferentes.

La primera lógica es económica. Pretende explotar los minerales y metales en los que los grupos mineros rusos están presentes y son reconocidos en este sector. Es el caso, en particular, de la empresa de diamantes Alrosa (Angola, Zimbabue y República Democrática del Congo) y de la empresa Rusal (Guinea), que dominan respectivamente los sectores del diamante y de la bauxita. Aunque puedan servir indirectamente a los intereses de Moscú en el continente, el objetivo de estos actores mineros consolidados es ante todo económico.

La segunda lógica se refiere a los intereses geopolíticos de Moscú en África. En este sentido, la explotación de yacimientos minerales es un medio más que un fin. En este contexto, el grupo Wagner, dirigido por Yevgeny Prigozhin, un oligarca ruso cercano al presidente Vladimir Putin, dista mucho de ser un agente libre que lucha según sus propios intereses. Esta empresa militar privada intercambia en gran medida su apoyo a regímenes contestatarios a cambio de lucrativos contratos mineros, para acumular beneficios y promover la influencia rusa en el continente.

En la República Centroafricana, el entrelazamiento de las actividades de Wagner con las empresas mineras Finans M (Rusia) y Lobaye Invest (República Centroafricana), supuestamente controladas por Yevgeny Prigozhin, revela la naturaleza de estos vínculos, alejados de la lógica económica que opera tradicionalmente en la industria minera. En 2018, se concedieron licencias de explotación de yacimientos de diamantes y oro a una empresa rusa supuestamente cercana al fundador de Wagner. Para reforzar este dominio, el grupo mercenario se ha comprometido incluso a modificar el código minero local para establecer el monopolio de estos dos minerales preciosos en el país.

Los minerales como alternativa al circuito financiero tradicional

En 2017, empresas vinculadas a la galaxia Wagner también obtuvieron importantes concesiones mineras para yacimientos de oro y diamantes en Sudán.

El informe también señala que estas empresas vinculadas al grupo paramilitar están resultando útiles para compensar los efectos de las sanciones económicas y financieras impuestas a Moscú desde el inicio de la guerra en Ucrania. La explotación de los recursos minerales africanos es una forma de eludir el régimen de sanciones, en particular el aislamiento de Rusia del sistema bancario internacional. Como alternativa al circuito financiero tradicional, los minerales preciosos como el oro y los diamantes son útiles para eludir las sanciones bancarias, ya que pueden venderse y comercializarse sin control ni restricciones.

Sudán, uno de los principales productores mundiales de oro, sería un proveedor estratégico para Rusia, que ya cuenta con reservas de oro equivalentes a 130.000 millones de dólares. Éstas siguen siendo un importante escudo para mitigar las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania.

El IFRI señala en este contexto que la industria minera rusa no ha sido blanco directo de las sucesivas oleadas de sanciones impuestas por los países occidentales a Moscú desde la anexión de Crimea en 2014. Para las potencias occidentales, es difícil apuntar a un sector que está muy integrado en las cadenas de valor de muchos segmentos económicos (aeronáutica, automoción, comunicaciones, energía, etc.). Rusia es uno de los principales proveedores de muchos minerales y metales (aluminio, titanio, paladio, níquel) y, por tanto, tiene influencia en el mercado de estas materias primas.

Está tan entrelazada con la economía mundial que la Bolsa de Metales de Londres (LME) ha decidido finalmente no prohibir en su sistema el comercio y almacenamiento de metales procedentes de Rusia. La Unión Europea (UE), por su parte, retiró en el último momento las sanciones contra el gigante del diamante Alrosa por presiones de Bélgica. El hecho de que Amberes siga siendo el mayor centro mundial de comercio de diamantes probablemente no sea una coincidencia.

Fuente : EcomNewsAfrique