El FMI acaba de publicar una actualización de sus perspectivas económicas mundiales. Mientras que el Banco Mundial ha rebajado su anterior previsión para el África subsahariana, el Fondo espera un ligero aumento de 0,1 puntos porcentuales debido a la mejora del crecimiento en Nigeria.

Para 2023, el crecimiento económico del África subsahariana podría alcanzar el 3,8%. Así se desprende de las últimas estadísticas publicadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el marco de sus Perspectivas de la Economía Mundial.

Esta nueva previsión, ligeramente más optimista que la realizada en octubre (+0,1 puntos porcentuales), está motivada por la mejora prevista del crecimiento económico en Nigeria, primera potencia económica de la región en términos de PIB. Según el FMI, el crecimiento de Nigeria debería alcanzar el 3,2% en 2023, frente al 3% de 2022, gracias a «las medidas adoptadas para resolver los problemas de inseguridad en el sector petrolero».

Por el contrario, Sudáfrica, segunda economía de la región en términos de PIB, debería crecer un exiguo 1,2% tras el repunte económico posterior a la crisis de 1948. Esta previsión, que representa menos de la mitad del crecimiento estimado para 2022, se debe a «un descenso de la demanda externa, la escasez de electricidad y las limitaciones estructurales», según el informe del Fondo.

Aunque las nuevas proyecciones para el África subsahariana en 2023 suponen una estabilización del crecimiento en comparación con 2022, que también mostró un crecimiento estimado del 3,8%, el FMI espera que la producción mundial en el año en curso disminuya en comparación con el año pasado. Aunque suben 0,2 puntos porcentuales con respecto a la previsión de octubre, las nuevas cifras del FMI indican que el crecimiento mundial en 2023 será sólo del 2,9%, frente al 3,4% de 2022.

Este débil crecimiento se debe, según la institución, al endurecimiento de las políticas monetarias mundiales, mediante el aumento masivo de los tipos directores por parte de los bancos centrales, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo.

Esta política monetaria pretende reducir el nivel de inflación, que ha alcanzado su punto máximo en varios países. Según el Fondo, se espera que la inflación mundial descienda del 8,8% en 2022 (media anual) al 6,6% en 2023 y al 4,3% en 2024, pero se mantendrá por encima de los niveles anteriores a la pandemia del coronavirus.

«En consonancia con la evolución de la demanda mundial, se espera que el crecimiento del comercio mundial se ralentice hasta el 2,4% en 2023, a pesar de la reducción de los cuellos de botella en la oferta, antes de aumentar hasta el 3,4% en 2024″, señaló el FMI. En 2023, se espera que los precios del petróleo caigan alrededor de un 16%, mientras que los precios de los productos básicos distintos de los combustibles caerán una media del 6,3%», añade.

En un informe publicado el 10 de enero, el Banco Mundial rebajó sus perspectivas para el África subsahariana al 3,6%. Según el Banco, este rendimiento inferior es el resultado de la disminución continua prevista de los precios mundiales, que debería afectar a varios países de la región, que dependen de sus exportaciones de recursos naturales.

A ello habría que añadir, siempre según la institución, «un impacto negativo de la persistencia de la pobreza y la inseguridad alimentaria sobre el crecimiento, amplificado por otros factores de vulnerabilidad como las condiciones meteorológicas desfavorables, el elevado endeudamiento, la incertidumbre política, la violencia y los conflictos», a pesar de la atenuación prevista de las presiones inflacionistas.

Obsérvese que para 2024, el FMI prevé un crecimiento del 4,1% para el África subsahariana y del 3,1% para la economía mundial.

Fuente: EcomNewsAfrique